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Mostrando las entradas de febrero, 2022

La cubanita, el kaibil y la vaquera

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Hoy tuve una profunda sensación. De esas que te estrujan el alma. Una llena de nostalgia agridulces y amores ácidos.  Encontré viejas fotografías de mi infancia.  En ellas redescubrí la alegre sonrisa de una niña de once años, y noté también la chispa de vida que casi pierde una vez.  Encontrar a la muchachita de ojos pizpiretos imaginando y ejecutando obras de teatro junto a la habilidad de sus hermanos dispuestos a seguir el guión de sus inquietos pensamientos, fue como desempolvar un cofre lleno de joyas preciosas.  Ahí estaba yo vestida de vaquera, llevaba una mochila invisible al hombro llena de ingenuidad y alegría, pero sin botas para caminos difíciles.  Lista o no, estaba montada, aunque no lo supiera, sobre un toro fuerte y salvaje en el ruedo.  Por fortuna siempre supe no mirar al toro, sino agarrarle el cuerno, pero sí que me zarandeó, golpeó y lanzó a la pared con fuerza muchas veces... en la vida, dejándome muy mal herida. Ahí tirada sin fuerzas, tragué polvo mientras escu