El viaje

Resulta que no estoy acostumbrada a los "freeways". -Verá, vengo de una ciudad pequeña-.  Además, soy muy nerviosa, soy nueva en Santiago, estaba sola y tengo a mi responsabilidad la vida de un bebé (mi hijo)...comprenderá entonces la atormentada noche por la que pasé, aquella vez:

Eran alrededor de las nueve cuando nos despedimos en el aeropuerto.  Recordate- me dijo- poner atención al cruce correcto, después de la primera salida a la derecha.  Sí, le dije, muy confiada que todo estaba bien.  Por suerte, mi hijo daba ya señales de sueño, así que el viaje de regreso al departamento sería de lo más tranquilo, pensé. Efectivamente venía con los ojos puestos en las señales y evitando ir como tortuga.  También cantaba una canción de cuna y sin ver buscaba entre mi bolsa el celular...por cualquier cosa.

Hice el cruce, la señal claramente decía salida a Santiago.  Continué por la carretera que empezaba a verse más oscura, menos transitada y poco parecida a la que me trajo.  Tragué saliva y voltee a ver a mi hijo, quien dormía. Esto último me causaba tranquilidad y angustia al mismo tiempo. -Verá, yo soy toda su seguridad, y mi seguridad en ese momento empezaba a tambalearse-.

Respiré profundamente, me persigné y continué cantando.  Los rótulos empezaron a delatar mi error.  Todos decían: Viña del Mar.  En todo caso me voy a Viña, pensé por un momento.  Pero luego recordé que tenía menos de un cuarto de gasolina.  Mi baby seguía dormidito y yo repetía y repetía la misma canción.
Luego de unos quince minutos divisé una gasolinera.  Puse gasolina y le pregunté al trabajador cómo salia de la carretera para ir a la ciudad.  -Verá, todos los rótulos que decían salida también indicaban los lugares que me llevarían, y ninguno me sonaba, ni siquiera, familiar-.

-Oye, para salir, coge la siguiente salida, subes el puente y pronto estarás del otro lado de la carretera, ya de regreso y cuando veas el rótulo luminoso que dice a la costanera...cruzas.
-Ya! muchas gracias... y sonreí. Me mostré muy segura de mí misma.  -Verá, vengo de un país donde la seguridad no es muy buena y cualquier persona puede ser un sospechoso-.

Seguí las indicaciones y como él dijo, ya estaba del otro lado.  Respiré aliviada.  Ahora solo faltaba ver el bendito rótulo luminoso.  ¡Ahí...ahí! Quise gritar, pero se iba a despertar el nene.  Ahí estaba, radiante, claro y bien conocido por todos, incluso por una extranjera como yo. Casi todo esta resuelto me dije...otra vez me equivoqué.

Una hora después, llegué viva al departamento.  Mi hijo por suerte ni pesadillas tiene aún.  No me asaltaron, no se me apareció la llorona chilena, ni Mandril el destripador a la orilla del puente. No se me pinchó la llanta, ni me pararon los "pacos".  No olvidé las llaves, ni se me atravesó el gato negro.  Pero lloré, lloré como nunca.  Lloré como un niño, hasta el cansancio.  Para mí aquella noche fue terrible.

-Verá, era la primera vez que mi esposo me dejaba por un viaje largo de estudios...Era la primera vez en varios años que dormía sola, y lo amo tanto.  Comprenderá entonces la atormentada noche por la que pasé, aquella vez...-

Comentarios

Jude and Mane dijo…
Es que eres tan chistosa.. jajaja, estoy entusiasmada leyendo tu blog. Cariños amiga.. y espero que no vuelvas a pasar por momentos tan tormentosos como aquel.

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