Encuentos nocturnos
Eran alrededor de las dos de la mañana. Desperté con sed. Al cruzar la puerta noté algo que se movía, era pequeño, largo y oscuro. No debí encender la luz pues lo perdí de vista, debió haber huido el cobarde.
Seguí mi camino hasta la cocina, tome un poco de agua y apagué la luz. Regresé en silencio, y nuevamente al subir los escalones, nos encontramos.
Decidí hablarle y le pregunté:
-¿Quién eres?
Me miró, sus antenas se movieron ligeramente y su horrible y repugnante boca se abrió para decir:
Decidí hablarle y le pregunté:
-¿Quién eres?
Me miró, sus antenas se movieron ligeramente y su horrible y repugnante boca se abrió para decir:
-Me llamo kafka, y tú?
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